Pone en orden su escritorio (un orden que durará apenas un instante), afila los lápices, encuentra las gomas, da vuelta un vaso para que aparezcan los sacapuntas, sacude la arena de los cuadernos, se prepara un té y espera que llegue marzo para abrir las puertas del taller y que éste se llene de ruidos, imaginación y miles, miles de nuevas historias.
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