Todos los años, los hijos de Tolkien recibían una carta de Papá Noel en donde les describía su vida en el Polo Norte; como aquella vez que el oso polar, su torpe ayudante, prendió por accidente todas las luces de la Aurora Boreal.
Así, en la tarde de hoy, los chicos se dedicaron a escribir cartas. Algunos le escribieron a su amigo imaginario, otros, a un osito de peluche de la infancia (más remota) o a un odiado archienemigo. Esperemos que las guarden y que ellos mismos sean los destinatarios futuros de esta increíble correspondencia epistolar.
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