Como los narradores de cuentos de los bazares orientales, estuvimos intercambiando historias en voz alta. No eran historias ya conocidas ni llegadas de tierras lejanas, las inventamos sobre la marcha, a partir de un conjunto de ilustraciones repartidas al azar: una bruja, una orquesta de música y un desierto de cactus, por ejemplo.
Después hicimos come-cocos-cuenta-cuentos, donde anotamos personajes,acciones y lugares, con el deseo de que algún día se encuentren y den lugar a infinitas historias.
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