Hoy leímos “El silencio del agua”, de José Saramago y los chicos aprendieron una antigua técnica japonesa llamada Sumi nagashi, “tinta flotante”. Aprendieron primero a esperar con mucha paciencia, el momento en que “el agua está quieta y silenciosa” para después poder pintar sobre ella con tinta china. El paso final consistió en dejar que el dibujo trazado, un instante en el curso del agua, pudiera ser trasladado al papel. Con una intención similar, leímos Haikus de autores japoneses y creamos los propios, tomando “instantáneas” del mundo y de nuestras sensaciones.
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