Leímos La casa de los cubos mientras comíamos unas deliciosas galletas del fondo del mar. Conversamos del libro y de cómo imaginábamos una ciudad líquida y los chicos como siempre entusiasmadísimos por trabajar, se pusieron a escribir sus historias.
Leímos La casa de los cubos mientras comíamos unas deliciosas galletas del fondo del mar. Conversamos del libro y de cómo imaginábamos una ciudad líquida y los chicos como siempre entusiasmadísimos por trabajar, se pusieron a escribir sus historias.
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