Ayer leímos “El libro de las camas” de Sylvia Plath en donde encontramos las camas más fascinantes del mundo. Camas-submarino, para recorrer los fondos abisales; camas-elefante, para viajar al resguardo de los tigres; camas de bolsillo, para armar donde nos de la gana.
Imaginamos qué otros artefactos de la vida cotidiana podrían convertirse en medios para viajar. Hay veces, que el mundo pareciera ser una confabulación de objetos extraordinarios, como en el cuento de Cata, que voló a New York subida a una cama voladora, donde encontró una tienda de abanicos que la transportaron a Rosario y de ahí no tuvo más que subirse a un zapato para continuar su recorrido.
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