Mejillas como bizcochos tostados y ojos largos como hojas de laurel salvaje bastaron para que Santiago Berón se enamorara de Teresita Yoon. Cortó miles de flores para ella, arrancadas de todos los jardines del barrio y aulló de tristeza cuando se enteró que se mudaba de escuela y de barrio. La correspondencia epistolar que surgió entre ellos desde aquél día, incluyó cortezas de árbol y tortillas de acelga.
Esta es la “Historia de una amor exagerado” escrita por Graciela Montes y que ayer leímos con las chicas.
Imaginamos finales posibles para el cuento, más allá del que leímos; continuaciones. En uno de ellos, Teresita y Santiago se van a vivir a Rosario, donde navegan en barco por el río y comen en manteles decorados con búhos; en el otro, viajan a Japón subidos a un paraguas y terminan conociendo a una sombra que les aconseja que se dediquen a investigar.
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