Detrás de los sillones, bajo un refugio hecho con manteles, flotando entre almohadones; los chicos escribieron sin pausa, decididos a terminar las historias comenzadas la clase pasada. Avanza la trama y van apareciendo monstruos que no sólo quisiéramos guardar en nuestros bolsillos, sino invitarlos a comer sentados a la mesa.
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