Hoy nos adentramos en la lectura de “La ciudad mágica”, de Edith Nesbit y conocimos a Philip, que construía en el interior de una gran mansión desolada, ciudades maravillosas con los objetos que iba encontrando, tazas de la cocina, candelabros, libros antiguos. Nos fascinó el comienzo y nos quedamos con muchas ganas de seguir leyendo.
Después cada una creó su propia versión de un superhéroe o de una superheroína, eligiendo con mucho cuidado dos o tres adjetivos que los caracterizaran y que los volvieran únicos. Aparecieron héroes olvidadizos, torpes, coquetos, perrunos; cazadores de sombras; personajes que no tienen nada, pero que lo desean todo.
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