…y aquellos que no creen en lo mágico nunca descubrirán las cosas mágicas».
Así termina la historia de Roald Dahl, Los mimpins, y con esa frase comienzan las historias que escribieron la chicas una mañana ventosa de octubre en la que frente a la ventana del taller pasó volando un benteveo con un mimpin aferrado a sus alas.
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