Todo empezó con La casa maldita de Ricardo Mariño,leímos un capítulo, después otro y otro. Hubiéramos seguido leyendo hasta terminar el libro pero la tentación de escribir cuentos para dar miedo era grande. Cuaderno y lápiz en mano los chicos empezaron a imaginar sustos, sombras, castillos oscuros, espejos rotos, chirridos, crujidos, escaleras fatasmas, moños y demonios que atravesaban el taller asustándose entre sí. Todos se convirtieron en discípulos de Poe y tan estremecedor era el aire que se respiraba en el taller que tuvimos que acompañarnos para bajar la escalera para ir al baño
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