El extravagante botánico ya tiene sus aventuras ilustradas para kamishibai.
Estaba oscuro, oscurísimo. Era un lugar tenebroso. En completa oscuridad caminaron por la cueva, tenían que guiarse con sus manos y notaron que las paredes estaban húmedas, como si estuvieran hechas de barro. Parecía que iban deshaciéndose lentamente a su paso. Tenían frío. Empezaron a temblar. La cueva estaba en completo silencio. De pronto Francesca sintió el ruido de una respiración agitada, malévola. ¿Hilario, sos vos? Hilario agarró a Francesca del brazo y corrieron muertos de miedo.
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