Si Tomatito Loco no fuera el proveedor oficial de verduras del castillo, no habría conocido a la lustradora de inodoros, Sally Albóndigas y sin conocerla,
jamás hubiese podido escribir el famoso poema en el que delicadamente compara su portentoso cuerpo con un tomate redondo, el brillo de su calva con una rebanada de papa o sus tiernos bracitos con atados de acelga fresca.
Tenemos tan solo el comienzo de una historia en la que las vidas de siete personajes se cruzan. Y largos meses de espera hasta saber qué resultará de estos encuentros fortuitos.
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