“The revolving writing hut”, fue la cabaña que construyó George Bernard Shaw para escribir, montada sobre un mecanismo que le permitía girar sobre sí misma siguiendo el curso del sol a lo largo del día.
Los refugios de escritor, como las mascotas, se parecen a sus amos, despojados o barrocos, ocultos bajo las mesas, suspendidos de los árboles. Santuarios propicios para la imaginación y las palabras.
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