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Persona gramatical
31/03/2016
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taller 011

Leímos el prólogo de Si una tarde de invierno un viajero, de Italo Calvino,  en donde el autor parece estar dirigiéndose especialmente a cada lector, a través del tiempo y la distancia. Experimentamos pasando a segunda persona, textos que habían sido escritos originalmente en primera.  Como hablarle a los espejos o a la presencia de alguien que no está, entre el yo y el vos,  se abren nuevos decires.

Cuando eras chico te gustaba observar las casas. Pensabas que había guaridas secretas. Una vez en Mar del Plata en la casa de Sandra, una amiga de tu mamá, querías ir al baño y abriste la puerta un poquito, después un montonazo. Había una persona vistiéndose, era la hija de Sandra. Pero por suerte no la viste porque la tapó la puerta. Tenías 5 años. También una vez en lo de Gustavo  abriste la puerta de la cocina y asustaste al cocinero. Estaba cocinando ají de gallina. Se quemó tanto que lloró. Vos gritaste del susto y te golpeaste con la manija de la puerta. Te desmayaste. Tu mamá llamó a la ambulancia. Le dijeron que había que operarte y casi se muere de un infarto. Pero era mentira. No había que operarte nada. Otra vez abriste la puerta y había una persona durmiendo. Te asustaste. Gritaste y despertaste a la persona. Te gustaba explorar y mirar los libros que tenía la gente.  Te gustaba ver los patios, los aparatos electrónicos, los relojes que pensabas que eran de oro. Pensabas que había bombas escondidas y que en una hora iban  a explotar. Cuando estabas aburrido te querías ir de las casas a jugar con tus amigos a Palermo  y tirarle baldes de agua a las personas. Ian

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