En una tarde lluviosa del cuatro de abril del corriente año, tuvo lugar la primera reunión de curiosistas. Rendimos honor a nuestro ilustre antecesor, Denis Diderot y a todos aquellos coleccionistas ávidos de conocimiento que viajaron a los confines de la tierra para buscar una piedra o el colmillo de un tigre mitológico. Pluma cucharita y tinta china mediante, comenzaron a aparecer los perfiles de nuestros enciclopedistas; expertos en astronomía, artes mágicas, viajes en el tiempo, tótems milenarios. Cabezas únicas, inigualables, en cuyas manos confiamos, todo el conocimiento de este mundo.
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