Para los antiguos el mundo era un libro abierto esperando ser descifrado; se leía el porvenir en el vuelo de las aves, en los caparazones de las tortugas, en el comportamiento del viento. Se invocaba al agua cuando se necesitaban lluvias y se pedía protección contra los animales ponzoñosos mediante rezos. El curiosista R. especialista en artes mágicas y huesos oraculares, ha traído hasta nosotros la historia, que hasta ahora se creía que no era más que un mito, de un antiguo baúl de mago, regalo de unos osos del bosque, que sólo podía abrirse mediante el uso de un lenguaje secreto.
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