El punto final es el punto de partida de la revisión. Así que vencimos al monstruo de la fiaca, ese que nos dice al oído que no tiene importancia si la historia se entiende o no, ese que intenta convencernos de que la historia tal cual está escrita está perfecta y que no necesita ninguna corrección, y con espíritu crítico agregamos detalles y corregimos verbos para estar mucho más contentos aún.
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