Después de una sesión de lectura de poesía en voz alta, anotamos versos al azar en papelitos blancos, que fueron pasando de mano en mano, acopiando más y más versos. Con el oído entrenado y la cabeza rebosante de imágenes, cada una se dedicó después a darle forma a un poema propio. Arboles en donde crecen las enredaderas y los pájaros; osos polares que viajan en embarcaciones de hielo; zorros escondidos en la nieve; preguntas sin respuesta; entre los temas poéticos de la tarde.
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