Con El hombre de tiza, de Pablo de Santis, inauguramos nuestra incursión en el género fantástico. Un camarote de tren que esconde algo terrorífico que no se puede ver pero se intuye; el barbijo siniestro en la cara de un dentista que se niega a quitárselo hasta para visitar museos. Tan sólo basta un elemento para que nuestro mundo sucumba y lo sobrenatural irrumpa.
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