Comenzamos a leer El diablo en la botella, de Stevenson y quedamos atrapados entre sus páginas. En el catálogo de los deseos que le pediríamos a un genio maligno se encuentra desde una casa infinita hasta un perro. Tomamos nuestros cuadernos de viaje con notas del Ártico, la Patagonia y el Congo y empezamos a hilvanar nuestras historias.
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