La cartografía anatómica puede revelar para el ojo adiestrado, secretos ocultos en la geografía precisa del cerebro humano o un poco más dispersa, del corazón. Así, tanto un crimen, como el deseo de un viaje, pueden incubarse por años entre los pliegues de un trópico familiar hasta desatarse una mañana cualquiera camino al trabajo.
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