En “El coche de bomberos ligeramente defectuoso” , de Donald Barthelme, Mathilda despierta una mañana y encuentra una casita china en su jardín. En su interior, piratas que se tejen su propia barba, acróbatas feroces y elefantes que bajan todos los días a la misma hora rodando por una colina. Más insólito aún, es el Camino que no conduce a ninguna parte o el Puente que une el principio con el fin del mundo; descriptos en un misterioso atlas cartográfico de nombre incierto.
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