Fascinadas por las costumbres culinarias de los habitantes lunares, nos sumergimos en el lenguaje de la comida. Hojeamos libros de cocina de donde emergieron codornices asadas del sur de Francia, tajines marroquíes y misteriosas cocciones bajo tierra; leímos pasajes del libro de Ana Pomar, Sabores de la memoria, de Periplo Ediciones y bebimos agua de rosas del Líbano en copas labradas en miniatura. Al parecer, existe un pueblo donde se fabrican rosas de vidrio para destilar aguas perfumadas. Sus habitantes las suelen acompañar con papas luminosas, como sólo en ese pueblo saben cosechar.
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