Al parecer, fue la hija de Astrid Lindgren quién una vez le pidió a su madre que le contara la historia de una chica llamada Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Langtrump. Así nació Pipi Calzaslargas, que sólo podía ser tan excéntrica como su nombre. En otras latitudes, se cuecen cuentos donde un ciervo viaja con valija llena de gallinas que protagonizan obras de teatro y armarios repletos de aquellas cosas que nadie quiere, como fogatas aún encendidas y mariposas con manteca.
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