Las especies que habitan el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, acudieron a un llamado que buscó traerlas desde sus respectivas provincias y alojarlas, primero, en las celdas del Convento de Santo Domingo, después en la Manzana de las Luces y finalmente en la residencia que se construyó para ellas, en donde no faltaron murciélagos y lechuzas tallados en las molduras para darles la bienvenida.
La tarde transcurrió, cuaderno en mano, entre mariposas batarazas, lechucitas vizcacheras y huesos de ballena austral.
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