Leímos La Pelota, de Felisberto Hernández y recordamos cosas que alguna vez deseamos impetuosamente, desde un objeto, hasta la posibilidad de ser alguien que no somos. Después de revivir esos estados tan particulares, los chicos escribieron cuentos en donde el protagonista quiere algo que no puede tener. Como Cristóforo, de Arrecifes, que desea ser un gallo y cacarea todas las mañanas; o una coleccionista de animales marinos muertos, que embriaga el aire de la galería de una casa de vacaciones con sus descubrimientos
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