Movilizados por la carta tan linda que nos mandó Carolina Arabia desde España, en la que nos cuenta que «el primer día que llegué sentí un poco de miedo de estar tan lejos, pero después descubrí unos puestos de madera donde venden libros usados y me sentí como en casa. Los libros pueden ser casas móviles, ¿no?» y por la lectura de Stefano, de María Teresa Andruetto, las conversaciones en la tarde del jueves giraron alrededor de la migración. Llegar a un lugar desconocido, desconocer el lenguaje, dejar para siempre el hogar. Hablamos de eso y de cómo los libros al igual que los viajes nos transforman.
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