Suena el timbre, abrimos la puerta y no hay nadie. Sobre el felpudo de la puerta un sobre sin remitente. Rasgamos el papel y encontramos dentro cinco semillas de naranja sin texto que las acompañen. ¿Mensaje en clave? ¿Advertencia? ¿Un obsequio de un admirador? Infinitas interpretaciones. Elijamos la nuestra.
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