Ayer comenzamos a leer Querida Susi, querido Paul, de Cristine Nöstlinger; correspondencia imaginara entre dos amigos que tienen que separarse cuando la familia de uno de ellos se muda de Viena al campo.
Después los chicos escribieron sus propias cartas. Imaginaron de qué lugares remotos provendrían y quién las escribiría. Una carta en particular despertó nuestra intriga. Escrita en japonés y destinada, al parecer, a algún emperador nipón. O eso creemos.
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