Bajo la influencia de La Odisea, nos atrevimos a leer el poema cuarto de Catulo directo del latín. Nos dejamos llevar por los sonidos y las extrañas palabras “ Rhodumque nobilem horridamque”. Intentamos traducir el poema, es decir, inventarlo. Aparecieron navíos, playas adormecidas, antiguos dioses. Algunos creyeron ver un conjuro, otros un poema de alabanza a una isla. Al final leímos asombrados la traducción, y apareció la convocada barca.
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