Hoy fue una tarde particularmente marítima y extraordinaria. Primero los chicos se convirtieron en ávidos espectadores de la historia de Tsunamika, la hija del Tsunami, que fue representada en un Kamishibai, como si estuviésemos en una antigua aldea japonesa. Después, entre todos, fuimos anotando en papelitos ideas para un Kamishibai acuático, los cuales nos íbamos pasando al estilo “chancho va”, expandiendo y completando lo que ya había escrito otro. Cuando terminamos de escribir y leímos el resultado, nos dimos cuenta que nuestra historia ya estaba ahí, solo faltaba un grupo de expertos narradores del agua que le dieran vida.
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